Entrevista: «La adolescencia es una etapa de duelos»
La psicóloga infanto-juvenil Sara Expósito nos explica en esta entrevista por qué la adolescencia es una etapa complicada para muchos chicos y para sus padres, y cómo estos deberían gestionar los problemas más habituales.
¿Qué es lo que caracteriza la etapa de la adolescencia?
La adolescencia es una etapa vital de puente, porque un adolescente ya no es un niño, pero tampoco es todavía un adulto. Esto provoca que sea una etapa muy ambivalente y contradictoria para ellos. Las contradicciones en las que viven pueden crearles malestar y algunas crisis.
¿Cuáles son los problemas más habituales de los adolescentes?
Son muy variados. En la adolescencia los chicos se están construyendo como personas, están acabando de crear su identidad y afirmándola; viendo lo que les gusta de ella y lo que no, lo que quieren modificar, y pensando en cómo quieren que sea su vida. En esta etapa, además, las relaciones sociales toman mucha importancia: puede haber conflictos de liderazgo con los amigos, ausencia de amistades, etc. Y también suele haber problemas de comunicación en casa porque hay discrepancias con los padres.
¿Cuáles son los mitos sobre la adolescencia que deberíamos desterrar?
Bueno, hay esa idea de que a los adolescentes no les importa nada, que son muy egoístas, que van a lo suyo, etc.
¿Y no es así?
Estos comportamientos, normalmente, responden exclusivamente al momento vital que están viviendo. Los adolescentes necesitan experimentar y probar cosas nuevas porque se están construyendo como personas, y esto puede provocar rifirrafes con los adultos que representan la autoridad.
¿Por eso los vemos como temerarios e impulsivos?
La impulsividad es poner la acción por delante de la razón, del pensamiento. Esto puede caracterizar a algunos adolescentes y, entonces, estos comportamientos ya nos deben dar información a tener en cuenta. Pero hasta cierto punto, la impulsividad y el no pensar en las consecuencias de lo que se hace es normal en la adolescencia: están viendo qué es lo que les gusta y lo que quieren, necesitan probar.
«Es normal que se hagan preguntas y que tengan dudas porque, además, los cambios físicos no siempre van en paralelo al proceso de madurez psicológica»
También se dice que los adolescentes suelen estar de mal humor y que son muy susceptibles
Sí, en esta etapa están como más replegados en sí mismos, reclaman más privacidad e intimidad que cuando eran niños y dar menos explicaciones porque necesitan ese espacio propio para poder definirse, para poder crecer y evolucionar.
¿Qué ocurre si no disponen de ese espacio vital?
Cuando los padres están muy encima de un adolescente, no le dejan hacer nada y se muestran excesivamente preocupados, no le ayudan a hacer el proceso que debe hacer. Ese “cortarle las alas” puede provocar un parón que no es natural en esta etapa.
¿Por qué suelen estar como ausentes?
Están evaluando muchas cosas: reflexionan sobre el niño o niña que eran y que están dejando atrás, revisan y actualizan lo que quieren conservar de la infancia y lo que quieren cambiar (la música, las aficiones, los amigos con los que iban, etc.). De hecho, la adolescencia es una etapa de duelos.
¿Duelos?
Sí. Están dejando atrás su cuerpo infantil, por ejemplo, y organizando en su mente los cambios, que no siempre son fáciles de asumir. Es normal que se hagan preguntas y que tengan dudas porque, además, los cambios físicos no siempre van en paralelo al proceso de madurez psicológica. Ahora bien, si perciben estos cambios como algo negativo y este sentimiento perdura en el tiempo, entonces hay que ver qué está pasando.
¿Su desorden físico responde a esa amalgama de emociones y pensamientos en los que están sumergidos?
Muchos padres se quejan del desorden de su hijo adolescente. En muchos casos, es verdad que este desorden es un reflejo del caos emocional, aunque deberíamos valorar cada caso de manera individual viendo el historial del adolescente, e incluso el de la familia. Todos los vínculos que haya establecido el adolescente hasta ese momento influirán en su comportamiento.
«Algunos adolescentes creen que si tienen 16 años y todavía no han mantenido relaciones sexuales, no son nadie. La presión social que reciben de su grupo en este sentido es grande»
¿Hay que dejarlos o hay que intervenir?
Depende de la gravedad y duración de este desorden, y de si se produce solo en su habitación o afecta a todos los ámbitos de su vida. Si es así, este desorden puede ser indicativo de otro problema que actúa como causa. En caso contrario, no hay que preocuparse porque es temporal, lo cual no significa que, como padres, no debamos ir llamándoles la atención.
¿Por qué contestan a veces con brusquedad?
Es cierto que a veces contestan de una manera que a los padres les duele. Su manera de comunicarse puede hacer pensar que son maleducados o que están siendo despectivos, pero es su manera de reclamar esa independencia de los padres; independencia que va acompañada de una dependencia creciente de un grupo de iguales. Ya no aceptan que se les pregunte continuamente adónde van, con quién, etc., como cuando eran niños. Piensan que ya no tienen por qué contárselo todo.
Pero contestar mal no es la mejor manera de reclamar su independencia, ¿no?
Desde luego, no es la mejor manera, y hay que diferenciar entre si hay un problema real de actitud y mala intención o si la respuesta general del adolescente entra dentro de lo que hay que considerar normal en esta etapa: no suelen ser muy empáticos con los sentimientos de los adultos.
¿A qué se agarra un adolescente? ¿Qué es lo fundamental para ellos?
Sin duda, el grupo de iguales. La separación que están haciendo de los padres no significa que no necesiten apoyo. Esta necesidad de apoyo, durante esta etapa, recae más en su grupo de iguales: tener elementos en común, ser valorados, compartir aficiones, etc. Para ellos tiene mucho peso porque les ayuda a definirse y a encontrar su lugar en el mundo.
¿Y qué lugar pasan a ocupar los padres?
Aunque los adolescentes reclamen una mayor independencia de sus padres, siguen necesitándolos: es fundamental que los padres le hagan saber a su hijo adolescente que cuenta con ellos. No olvidemos que están en proceso de ser adultos, pero que todavía no lo son. Los padres deben seguir siendo ese sostén, aunque sea a más distancia.
Aunque parezca que van a la suya, necesitan el afecto de los padres
Sí, saber que los siguen protegiendo y que, si necesitan hablar con ellos, ser escuchados o abrazados, ellos estarán ahí. La casa, la protección, el afecto de los padres… todos esos aspectos, el adolescente debe percibirlos como incondicionales, aunque él no lo pida porque eso le haría parecer dependiente.
«La adolescencia es una etapa en la que todos los aspectos de la infancia se ponen juego»
¿Cómo hay que transmitirles ese amor incondicional?
No hace falta que sea con grandes charlas o razonamientos, ya que entonces se sienten niños y vulnerables: basta con hacerles saber que, si les pasa algo, a cualquier hora y sea lo que sea, tienen a quien acudir.
¿En la adolescencia son especialmente vulnerables a las adicciones?
Sí, y aquí influye mucho la valoración positiva que en muchos grupos de adolescentes se hace del consumo de drogas, ya que un adolescente busca la aprobación del grupo. Es fundamental que los padres estén atentos en este aspecto.
Los adolescentes de hoy se inician en el sexo antes que la generación de sus padres
En general, así es. Este es un tema delicado y complejo: algunos adolescentes creen que, si tienen 16 años y todavía no han mantenido relaciones sexuales, no son nadie. La presión social que reciben de su grupo en este sentido es grande y no quieren sentirse excluidos. Les influye mucho lo que puedan pensar de ellos. Además, en algunos casos, el cuerpo actúa como herramienta de relación con el otro dejando en un segundo plano lo que la persona pueda sentir y pensar, con los riesgos que esto implica. Es muy importante que el adolescente pueda decidir si realmente quiere tener relaciones y cómo quiere que sean: que haya consentimiento y que tome las precauciones necesarias, si las tiene. No debería aceptar hacer nada que no quiera hacer. Todo este tema está muy relacionado con los valores y principios con los que el adolescente llega a esta etapa.
¿De la educación que haya recibido de los padres?
Sí, la adolescencia es una etapa en la que todos los aspectos de la infancia se ponen juego. Si el adolescente ha crecido en una familia en la que hay una buena comunicación, en la que se hablan las cuestiones importantes y se le ha transmitido la idea de que su identidad no depende de la valoración que puedan hacer los otros de él, estará más preparado para tomar sus propias decisiones y para que estas sean más meditadas.
¿Hasta qué punto los padres deben controlar la actividad de sus hijos en las redes sociales?
Yo creo que es muy importante que haya un control; sobre todo, cuando se inician en las redes sociales. E incluso antes: cuando se les compra el primer dispositivo electrónico. Hay que educarles para que aprendan a hacer un uso saludable de las tecnologías. Existen las aplicaciones de control parental que como padres deberíamos utilizar cuando todavía son pequeños. Más adelante, lo deseable es que este control parental ya no sea necesario porque el adolescente ha aprendido a hacer un buen uso. En cualquier caso, lo importante es que padres e hijos puedan hablar sobre ello con confianza y llegar a acuerdos.
¿Qué síntomas deberían alertar a los padres de que su hijo adolescente tiene problemas que requieren ayuda especializada?
Los resultados académicos pueden dar mucha información. Si es un chico o una chica que siempre ha tenido un buen rendimiento y, de repente, deja de tenerlo, lo más probable es que algo esté pasando. Y también suele ser un síntoma el retraimiento. Una cosa es que a veces se aíslen en su habitación y otra muy distinta es el aislamiento excesivo, cuando apenas se comunican. También hay que mirar las áreas afectadas: si solo se aíslan en casa o es un aislamiento que también se produce en el colegio y respecto a las amistades.
«Los adolescentes ven el futuro como algo muy lejano, por eso les cuesta entender que lo que hagan hoy tendrá consecuencias en el futuro. Un adolescente vive en el presente»
¿Hay que permitir que el adolescente se aísle del resto de la familia?
No, el adolescente es un miembro más del núcleo familiar, por lo que debe convivir con los otros miembros de la familia y aceptar las normas. Este es un de los puntos de conflicto más habituales.
Cuando unos padres llevan a su hijo a terapia, ¿cómo se realiza la evaluación?
Depende del caso: a veces, la primera visita o anámnesis se hace solo con los padres; otras, se hace una parte con ellos y otra con los tres. Una vez que se ha evaluado el motivo de consulta, las sesiones se hacen a solas con el adolescente, aunque se hacen reuniones paralelas con los padres. En la terapia es fundamental respetar el espacio del adolescente y la confidencialidad.
¿Se respeta siempre la confidencialidad con los adolescentes?
Sí, desde luego, es fundamental para el éxito de la terapia. La confidencialidad solo se rompe en casos excepcionales: si el terapeuta detecta que hay un peligro de autolesiones o de que el paciente pueda hacer daño a terceros.
¿Un adolescente explica en terapia lo que no comparte con sus padres?
Muchas veces sí. O lo explica de manera diferente. El espacio terapéutico es un espacio que ayuda a parar y pensar. Esto hace que salgan aspectos que quizá no expresan en otros ámbitos.
¿Qué miedos tiene un adolescente?
Miedo a no ser aceptado, a no ser valorado, a no tener amigos, al abandono, al desamparo. Como decía antes, en esta etapa vital es esencial que uno sepa que tiene un sostén y que este sea estable. También les preocupa mucho su futuro y, por tanto, sus resultados académicos, aunque a los adultos no siempre nos lo parezca. A no ser que haya una psicopatología o un trastorno que provoque una inconsciencia sobre el futuro, los adolescentes no son unos inconscientes, por mucho que vivan instalados en el presente.
¿Los adolescentes vive exclusivamente en el presente?
Sí, el futuro lo ven como algo muy lejano, por eso les cuesta entender que lo que hagan hoy tendrá consecuencias en el futuro. Un adolescente vive en el presente.