El niño interior es nuestro historial emocional, por eso nos afecta tanto
Todos los adultos conservamos en nuestro interior lo que la psicología humanista denomina el niño interior: nuestro yo más íntimo, donde residen nuestras emociones más profundas.
Qué es el niño interior
A diferencia de lo que podría parecer, el niño interior no hace referencia a nuestra parte más niña en un sentido infantil: es una imagen o metáfora que se utiliza para designar nuestra capa emocional más vulnerable, la que, normalmente, no mostramos al mundo; una capa tejida con las emociones que hemos ido almacenando desde la infancia.
Luces y sombras del niño interior
En el niño interior están nuestros miedos, inseguridades y heridas, pero también nuestro ser más genuino y positivo que ha sido reprimido. “Al nacer, somos muy auténticos: no ponemos un muro de protección entre el mundo y nosotros. Sin embargo, a medida que recibimos la educación de la familia, la escuela y la sociedad, nos lo creamos inconscientemente”, explica la psicóloga de nuestro centro Noemí Guillamón.
“Hay adultos que han perdido su espontaneidad y la alegría porque en algún momento, de niños, se les dio a entender que no era bueno que mostraran esa parte más luminosa o, simplemente, se les reforzó la seriedad en lugar de la alegría, por ejemplo”, añade la psicóloga. Y es que, la mayoría de los padres moldean a sus hijos para que no hagan una serie de cosas con frases como “Bájate de ahí”, “En la mesa no se canta”, “Si estudias esta carrera, no tendrás salidas profesionales”, etc. Y con los amigos, muchas veces también nos sentimos obligados a renunciar a algunos aspectos de nuestro verdadero yo para que nos acepten en el grupo. Todas estas emociones negativas y la parte más genuina de nuestro yo a la que hemos renunciado es lo que somos emocionalmente, es nuestro ser más auténtico.
La psicoterapia nos ayuda a rescatar al niño interior
Aunque es nuestra parte más profunda, el niño interior afecta a todos los ámbitos de nuestra vida y, sobre todo, surge en las relaciones de mayor intimidad: las que establecemos con nuestros hermanos, padres, hijos, pareja, etc. Cuanta más intimidad hay en una relación, más se manifiesta, porque es cuando ese niño interior se puede sentir más vulnerable. Aparecen las necesidades que no han sido cubiertas, nuestras demandas más caprichosas, lo que nos angustia y asusta, etc. Y en la relación de pareja es donde suele cobrar más protagonismo: esperamos, erróneamente, que el otro cubra nuestras carencias, que adopte el rol de padre o de madre en lugar del de pareja. “Esto ocurre porque desde el niño interior estamos necesitando que alguien nos consuele y proteja debido a que no sabemos hacerlo nosotros. En todo adulto queda un remanente de ese niño. Lo positivo es que con la psicoterapia podemos acceder a él para trabajar tanto las emociones negativas como para recuperar el entusiasmo ante la vida”, afirma Noemí Guillamón.
El niño interior es nuestro historial emocional, por eso nos afecta tanto: nos da miedo exponernos a que los otros nos vean tal y como somos, con nuestras heridas. Lo saludable es no darle la espalda y trabajar lo que sea necesario para poder ser coherentes con nuestro yo.
Si quieres hacernos una consulta sobre este tema, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo de psicólogos.