«Todos tendemos a adoptar el rol de víctima, salvador o perseguidor»
La psicóloga Noemí Guillamón nos explica en esta entrevista que todas las personas, en mayor o menor medida, tendemos a adoptar en circunstancias en las que nos sentimos amenazados uno de estos roles: el de víctima, salvador o perseguidor.
¿Cómo se comporta una persona que ha adoptado el rol de víctima?
Cuando una persona adopta el rol de víctima en la vida, piensa que es el centro del universo y que todos los demás la tienen que salvar. Cree que los otros están ahí para cubrir sus necesidades. Como los demás no lo hacen, porque la vida no funciona así, se siente mal.
¿Qué ocurre entonces?
Se enfada porque los demás no le prestan la atención que espera, porque cree que los demás no la entienden, porque no hacen lo que ella desea, etc.
«La posición de víctima está muy relacionada con la incapacidad de la persona para hacerse responsable de su vida»
¿Por qué se adopta este rol?
En el fondo, lo que hay ahí es una necesidad de reconocimiento, de recibir cuidados, de que alguien tome las decisiones por uno. La posición de víctima está muy relacionada con la incapacidad de la persona para hacerse responsable de su vida.
¿Estas personas creen, aunque no sea cierto, que en su infancia no recibieron los cuidados que necesitaban?
Sí, pero es una creencia muy inconsciente: el proceso mental no es consciente. El hecho de no haber tenido cubiertas necesidades básicas durante la infancia que están muy relacionadas con la autoestima puede causar que la persona, de adulta, adopte este rol. Pero no siempre se da esta relación directa. Una persona que adopte el papel de salvador también puede tener carencias relacionadas con su infancia.
¿Cuál sería la diferencia?
La persona que se hace la víctima justifica su comportamiento con la idea de que la vida no la ha tratado bien. Es la excusa, y se escuda en ella. Pero todos podemos tener heridas y no por eso adoptamos necesariamente ese rol.
¿Las personas que van de víctimas coaccionan a los otros emocionalmente?
Sí, de hecho, lo que hacen es intentar manipular al otro: si tú no haces lo que yo quiero, me enfado y me siento mal.
¿Es una forma de control?
Sí, porque el objetivo es que el otro haga lo que yo quiero. Este tipo de relaciones no son sanas y acaban rompiéndose o volviéndose muy tóxicas.
«A un salvador, la dependencia del otro le da seguridad. Por eso busca personas dependientes»
Y el rol de salvador, ¿cuál es?
Las personas que adoptan este rol lo que hacen es anteponer las necesidades de los otros a las suyas propias. En el fondo, actúan así porque buscan ser necesitados. Necesitan que los demás los necesiten. A un salvador, la dependencia del otro le da seguridad. Por eso busca personas dependientes.
¿Los salvadores tienen una gran carencia de afecto?
Sí, de afecto y de reconocimiento. Y creen que, si anteponen las necesidades del otro, este otro los querrá. Lo cierto es que pagan un precio muy alto, ya que se olvidan de sí mismos. Normalmente, víctima y salvador tienden a juntarse.
¿Qué dinámica se establece entre víctima y salvador?
Se establece una relación de dependencia emocional: yo dependo de ti porque el hecho de cubrir tus necesidades hace que me sienta querido por ti, y tú dependes de mí porque necesitas que alguien te las cubra.
Peligroso
Sí, porque acaba desgastando mucho y no es una dinámica sana.
«El perseguidor ataca al otro: como tú no has hecho lo que yo quería, ahora te persigo intentando hacerte daño»
¿Y el perseguidor? ¿Qué caracteriza este rol?
El perseguidor está muy vinculado a los otros dos roles y cierra el círculo. Muchas veces, cuando la víctima siente que no se satisfacen sus deseos, lo que hace es enfadarse, y desde ahí adopta una posición marcada por el odio. El perseguidor ataca al otro: como tú no has hecho lo que yo quería, ahora te persigo intentando hacerte daño.
¿Siempre adoptamos el mismo rol o lo cambiamos en función de las circunstancias?
En cada persona predomina más un rol que otro. Todos tenemos tendencia a adoptar en la vida uno de los tres que he explicado, aunque los más habituales son los de víctima y salvador; el de perseguidor es más una consecuencia de estos. No obstante, dependiendo de las personas con las que nos relacionamos y de las circunstancias, podemos adoptar uno u otro. Y suele pasar que comenzamos el triángulo con un rol y en la misma situación pasamos por los diferentes papeles. Por ejemplo, primero actuando desde el salvador, luego pasando a la víctima y, por último, al perseguidor: te salvo para conseguir algo, pero si no lo consigo me enfado, me siento mal y luego busco vengarme, paso por los tres roles en la misma situación.
¿Puedes poner otro ejemplo?
Una persona que, debido a una infancia complicada, haya terminado adoptando el rol de salvador con su madre, por ejemplo, pero que con su pareja adopta el rol de víctima. O el de una persona que en pareja adopta el rol de víctima y, en cambio, con sus amigos adopta el de salvador: les dice continuamente lo que deberían hacer, lo que no, etc.
«En muchos casos, las personas que, por ejemplo, adoptan el papel de víctimas lo hacen porque de pequeños vieron que su padre o su madre lo adoptaban. Solemos repetir patrones de comportamiento. Cargamos con mochilas que no nos hacen sentir bien»
¿Por qué adoptamos estos roles?
Porque no somos capaces de hacernos cargo de lo que necesitamos para estar bien. Cuando entramos en este triángulo, no estamos atendiendo esas necesidades.
¿Puedes explicar esto último un poco más?
Lo que en psicoterapia humanista denominamos “el niño interior” tiene una serie de deseos, heridas, miedos, etc. que nadie está satisfaciendo: los demás no lo hacen porque ese no es su papel y nosotros, por alguna razón, no estamos siendo capaces de hacernos cargo de nosotros mismos.
¿Cuáles son las repercusiones?
Para estar emocionalmente bien, debemos ser capaces de responsabilizarnos de nuestra vida. Tenemos que poder sostenernos sin esperar que sean los otros quienes solucionen nuestros miedos, inseguridades, heridas, etc.
¿Y si uno se ve incapaz?
Esto es distinto. Si uno ve que no puede hacerlo por sí mismo, entonces es cuando debe pedir ayuda.
¿Cómo se ayuda en terapia?
El primer paso es tomar consciencia, que la persona identifique el rol que ha adoptado. El hecho de darse cuenta de cómo uno actúa con sus amigos, hermanos, padre, madre, hijos, etc., ya implica cambios porque enseguida te planteas si quieres eso en tu vida o no. Si actuar de este modo te dificulta la vida y tiene consecuencias que no deseas, lo más probable es que quieras cambiarlo.
¿Qué otros aspectos se trabajan en terapia?
También hay que ver por qué la persona está actuando así, identificar la causa. En muchos casos, las personas que, por ejemplo, adoptan el papel de víctimas lo hacen porque de pequeños vieron que su padre o su madre lo adoptaban. Solemos repetir patrones de comportamiento. Cargamos con mochilas que no nos hacen sentir bien.
¿En el ámbito laboral también adoptamos estos roles?
Sí, hay quien nunca sabe cómo hacer las cosas, siempre está preguntando a los otros cómo hacerlas, se queja de que solo le dan ciertas responsabilidades, cree que el jefe le tiene manía…sería el caso de la persona que adopta el rol de víctima. Después, están las personas que, con condescendencia, dicen cosas que denotan su rol de salvador, como “Ya lo hago yo, que tú estás muy cansada, no te preocupes”. En el fondo están diciendo: “Yo soy mejor que tú” o “Yo soy más capaz que tú, por eso te salvo, tranquila”.
Y el perseguidor, ¿cómo actúa en el trabajo?
El perseguidor, en el trabajo, es el que boicotea. Es el que constantemente está poniendo pegas al trabajo de los demás, el que todo lo ve mal. Es el castrador.
Si quieres hacernos una consulta sobre este tema, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo de psicólogos.