5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades_centro de psicología y psicopedagogía Impulsa

5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades

Las fiestas de Navidad y la proximidad del nuevo año nos crean muchas expectativas y, en algunas personas, también angustia. Son fechas densas en emociones que no siempre sabemos gestionar bien, por lo que pueden afectar a nuestro bienestar y al de los demás. Os damos 5 claves que os pueden ayudar a gestionar los conflictos propios de las Navidades y a empezar el 2019 con la mejor actitud.

 

¿Te sobrecargas de trabajo para complacer a los demás?

Si vais a celebrar la Nochebuena o la Navidad en tu casa, quizá hayas asumido toda la carga de trabajo que supone ser el anfitrión: pensar el menú, hacer las compras, adornar la casa para que esté lo más agradable posible, etc. Cuando esta responsabilidad se vive con ilusión y de manera voluntaria, no supone ningún problema: hay personas que disfrutan con todos estos preparativos porque para ellas es gratificante. Pero si, por el motivo que sea, tú lo vives como una obligación que te sobrecarga y piensas que hay un desequilibrio en la distribución de responsabilidades, la situación sí supone un problema que hay que aprender a gestionar.

Cómo actuar

5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades

No esperes a que los otros tengan una actitud proactiva y te pregunten en qué pueden colaborar, porque es probable que esto no ocurra. Adopta una actitud asertiva. Expresa cómo estás experimentando la preparación de estas reuniones: la dificultad que te supone hacerte cargo de todo y la necesidad que tienes de disponer de más tiempo para ti. Y pide la colaboración de los otros miembros de la familia, tanto de tu pareja como de tus hijos (si están en edad de proporcionártela). Si te instalas en la queja sin pedir su implicación, solo conseguirás sentir que no se valora tu esfuerzo y es posible que empieces a culpar a los demás de la situación. Esta actitud no te beneficiará ni a ti ni a ellos.

 

¿Vas a reunirte con familiares con los que no hay una buena relación?

Es un hecho que, cuando en las familias hay conflictos no resueltos, las reuniones navideñas se convierten en espacios en los que pueden estallar las tensiones acumuladas.

Cómo actuar

5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades

Hay que intentar resolver el conflicto que provocó la confrontación con el otro miembro de la familia antes de que esta se reúna. Las reuniones familiares ―bautizos, comuniones, bodas, cumpleaños, Nochebuena, Navidad, etc.-― no son espacios adecuados, ni propicios, para arreglar las diferencias con los otros: al contrario, son espacios que favorecen los estallidos emocionales. Si, por cualquier razón, no podemos solucionar el conflicto con la otra persona antes del encuentro, como adultos debemos ser capaces de comprometernos a no enfrentarnos durante la celebración: nuestra prioridad debe ser mantener la armonía para no incomodar a los otros.

Si, de manera imprevista, surge un problema con alguien, debemos posponer la discusión para argumentar nuestros puntos de vista y resolver las discrepancias en privado. No pretendas conseguir que te den la razón en un espacio compartido con más personas a costa de su bienestar porque lo último que conseguirás es resolver el problema, y crearás unos cuantos más. Es decir, no se trata de negar el conflicto ni de negarle al otro su malestar por lo que hayamos podido decir o hacer, sino de buscar juntos el entorno adecuado para intentar resolverlo.

 

La ausencia de las personas queridas

Estas fiestas son días en los que la ausencia de las personas que han sido muy importantes para nosotros pone de manifiesto el vacío que han dejado en nuestras vidas. No es sencillo participar de los encuentros familiares cuando el ambiente niega estas ausencias y nos sentimos obligados a reprimir el sentimiento de tristeza.

Cómo actuar

5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades

“Es un tema muy delicado porque los valores familiares, como el de compartir, están muy presentes durante las Navidades. Si hemos perdido a un hermano, a un hijo, a nuestra pareja o a un progenitor, vivimos con intensidad lo mucho que le echamos de menos. Como psicóloga, creo que es muy importante poder expresar lo que se siente. Cuando estamos en familia, no debería ser necesario fingir ni reprimir la tristeza. Además, probablemente, nuestro sentimiento es compartido, por lo que si en un momento dado necesitamos, por ejemplo, llorar, esta expresión de dolor puede crear un momento de consuelo y proximidad con otros miembros de la familia que también echan mucho de menos a la persona que ya no está. Compartir la pena nos ayudará a poder disfrutar después de la compañía de los demás con otro estado de ánimo. Es decir, deberíamos ser capaces de encontrar un momento para expresar y compartir los diferentes tipos de emociones, tanto las de alegría como las de tristeza”, explica Sílvia Raset, la directora de nuestro centro.

 

Cuando regalar se convierte en un problema

Regalar se convierte en un problema cuando, como en otras cuestiones de la vida, perdemos el punto de equilibrio.

Qué debemos plantearnos

5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades

Si caemos en los excesos, debemos preguntarnos a qué se debe esta necesidad de excedernos: podemos estar intentando compensar con regalos el poco tiempo que les dedicamos a nuestros seres queridos. El ritmo de vida que llevamos actualmente provoca que en nuestro día a día nos saltemos gestos que son importantes: un abrazo, leerle un cuento a nuestro hijo antes de ir a dormir, preparar una cena especial para nuestra pareja, etc. La falta de tiempo hace que acumulemos deudas emocionales con las personas que queremos. Como esto nos genera sentimiento de culpa, después intentamos compensarles regalándoles cosas materiales sin darnos cuenta de que no hay regalo que compense una experiencia compartida.

En algunos casos son los hijos los que piden más regalos de los que corresponde. Si es así, debemos preguntarnos si ha habido una pedagogía previa: si, como padres, les hemos enseñado a valorar el dinero, el esfuerzo que requiere ganarlo; si les hemos enseñado que sus deseos no pueden ser ilimitados en este sentido. Al niño que no tiene integrado el valor del esfuerzo le será muy difícil autogestionar esos límites: para él no habrá restricciones. Hay que educar a los hijos en estos valores cada día, no solo cuando llegan las Navidades o los cumpleaños: por ejemplo, cuando vamos al supermercado a hacer la compra, ellos nos piden cosas que no son necesarias. No siempre hay que negárselas, pero tampoco hay que acceder siempre a sus demandas.

 

Expectativas para el nuevo año

La proximidad del inicio de un nuevo año provoca que nos hagamos propósitos para mejorar nuestra vida. Sin embargo, a veces, estos propósitos no son realistas: pasamos por alto que tanto el cerebro como el cuerpo necesitan un tiempo de adaptación para llevar a cabo ciertos procesos. Si forzamos cambios de forma brusca, lo más probable es que no podamos mantener durante mucho tiempo los objetivos que nos hemos marcado, que perdamos el hábito que estábamos intentando adquirir y nos encontremos de nuevo en la situación inicial, pero con un gran sentimiento de frustración.

Cómo actuar

5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades

No intentes introducir cambios colosales en tu vida, ni muchos al mismo tiempo. Plantéate objetivos realistas, que puedas alcanzar y sostener en el tiempo. Si decides ponerte una gran meta, distribuye a lo largo de todo el año los diferentes pasos a dar para alcanzarla; es decir, subdivide las tareas o los procesos que requiera.

 

Una última recomendación

5 claves para gestionar los conflictos propios de las Navidades

Muchas veces nos sentimos obligados a actuar siguiendo una serie de estereotipos con los que no estamos de acuerdo: quizá no queremos celebrar en familia cada una de las festividades (Nochebuena, Navidad, San Esteban, Nochevieja, Año Nuevo y el día de Reyes) y nos gustaría pasar alguno de estos días de otra forma. O quizá, un año, por las circunstancias vitales en las que nos encontramos, preferiríamos celebrar las Navidades haciendo un viaje. “Lo importante es que nos podamos sentir libres a la hora de tomar este tipo de decisiones: que la familia pueda tolerar nuestra ausencia y que nosotros no nos sintamos culpables por ello. Vivimos muy condicionados por la publicidad. Da la impresión de que las Navidades tienen que ser como en los anuncios: con muchos brillos, en familia y copos de nieve cayendo al otro lado de las ventanas. Y no es así. Reurnirse por Navidad es muy bonito, pero tiene que ser bonito, no obligatorio”, concluye Sílvia Raset.

 

Si quieres hacernos una consulta relacionada con alguno de los conflictos propios de las Navidades, no dudes en ponerte en contacto con nuestro centro.